martes, 27 de diciembre de 2011

El Toro bravo (V)

EL TORO DE HOY
BRAVO O COBARDE  -  INTELIGENTE O TONTO

                                                                                                                                                                                    Pedro Valle


Los animales carnívoros, guiados por su instinto de conservación, buscan la presa viva que les alimente, dispuestos siempre a atacarla y matarla; están dotados de acometividad permanente y siempre prontos a la lucha. Sus facultades mentales se adiestran de esta forma, sagaces, astutos y maestros en el acecho o en la caza por sorpresa.

Los rumiantes, y entre ellos los toros, por el contrario, de alimentación herbívora, no necesitan atacar a nadie, y como ello seria absurdo y en la naturaleza no existen fenómenos de esta clase, el toro no ataca a ninguna clase de animales, ni al hombre. Lo único que hace el animal herbívoro es defenderse del carnívoro, y como quiera que el toro constituye una presa codiciada dada su calidad y volumen, si estas facultades defensivas no fueran también grandes, carecerían de condiciones de vida y desaparecerían. Por ello todos los bovinos tienen potentísimas reacciones defensivas y son recelosos y asustadizos.

“En el cuadro de zoología - según Sanz Egaña - el toro aparece como animal cobarde, animal mal dispuesto para la lucha , su defensa es huir, siempre y cuando el medio se lo permita; acosado, se presta al combate utilizando las únicas armas con que dispone, y recurriendo a un mecanismo  muscular fijo: el derrote.

En resumen, el toro acomete a los objetos o seres movibles por miedo; el toro ante un móvil, repara, se espanta...; en ocasiones, el miedo es superlativo, y se desmanda huyendo sin dirección, el toro acomete a la muleta roja porque le molesta a la vista, le fatiga la retina, le ocasiona dolor, y quiere librarse del sufrimiento”.

Cossío, que recoge en su obra las notas anteriores, termina indicando acerca de este particular que la vida psíquica del toro es bastante elemental, como consecuencia del escaso desarrollo del sistema nervioso mental, de la vida tan poco intensiva y variada, y de los instintos que obran en su vida tan monótona que no necesita apenas de los actos inteligentes ni aun para buscar el alimento con que siempre cuenta abundantemente. La vida paradisiaca es cada vez mayor en las ganaderías, y la selección de sus cualidades, menos ásperas y duras, va convirtiendo al toro en ese toro tonto y comercial que hace posibles los alardes y gallardías de la lidia actual, pero que a la larga, restándole interés y patetismo, pone en riesgo de desvirtuación la fiesta y aun de hacerla desaparecer, al menos como espectáculo que responde a una tradición de lucha y riesgo preponderantes.


Por nuestra parte, dejando para los especialistas el cuidado de sutilizar sobre las ultimas consecuencias que cabe extraer de la autonomía y vida afectiva del toro de lidia, y admitiendo que, efectivamente, con la cría racional y selectiva, se ha llegado al toro actual que por  vía científica solo puede ser tenido como cobarde y tonto, no podemos por menos señalar lo paradójico que resulta sentar estas afirmaciones categóricas, cuando cualesquiera que sean las raíces de su instinto y temperamento, el toro en la plaza se comporta, la mayoría de las veces, con bravura y fiereza, inspirando siempre temor y respeto, y si en alguna ocasión ha llegado al ruedo siendo ya toreado, inmediatamente se ha puesto ello de manifiesto, al desdeñar el juego de la capa y la muleta, y cambiarlo por la persecución certera del hombre, con lo que en definitiva ha demostrado no ser tan tonto.







Reportaje de la revista enero de 2000

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