domingo, 25 de diciembre de 2011

Aquellas corridas bufas

T
odos los viernes a las 22’30 horas y durante los meses de Julio y Agosto de 1999 se celebrabanen la plaza de toros de Madrid, Las Ventas, un ciclo de novilladas, festejos que en el argot taurino se denominan “nocturnas”, lo que me llena de añoranza, al recordar aquellas “nocturnas” que se celebraban y que se denominaban Espectáculo Cómico Taurino, en donde había una parte de toreo cómico y otra de toreo serio y en el que dieron sus primeros pasos toreros que llegaron a ser figuras del toreo.

Allá por el año 1916, y con el cine mudo, se hizo famoso el actor de mímica impresionante llamado Charlot, y al contemplarlo, el barcelonés Carmelo Turquellas, tuvo la idea de trasladar los gestos del actor a una serie de lances y situaciones jocosas con un becerro.


Sus actuaciones al cabo de muchos años tuvo lugar formando una cuadrilla cómica, que primeramente componían con el citado Turquellas (Charlot), Rafael Dutrús (Llapisera) que vestía de frac y chistera y un banderillero que salía con el atuendo de un botones de hotel, así se denominaban. Mas tarde, Charlot y Llapisera formaron cuadrillas propias por separado y el segundo actuó en colaboración de otros espectáculos cómico-taurino-musicales, como la banda de “EL EMPASTRE”.

Con estos toreros cómicos, y más que fueron apareciendo, se han venido desarrollando las corridas llamadas “BUFAS”, con arreglo a un patrón que podíamos denominar único, y que consistía en la lidia de dos becerros de forma pintoresca.

Por citar algunos lances:
Citar a las res desde un caballito de mimbre, que tapa con sus patas (a la forma de los caballos medievales) para que no se vean las piernas del propio jinete. Poner banderillas desde una bicicleta, o clavarlas saltando por encima del becerro.

Dos hombres disfrazados de cabestros con cencerro a los que el becerro les hace caso pensando en que son

de su especie. Afeitar al animal con una enorme navaja de madera. Montar al caballo sobre el becerro, e infinidad de números en los cuales no me quiero extender.

Todos estos números, a cargo naturalmente de la cuadrilla cómica. Suele constituir la parte segunda de estas corridas, una Banda de Música que interpreta un repertorio de piezas arregladas y desarrollan una serie de pantomimas mediante sus mejores solistas. Para finalizar lidiando también, un becerro, el más decidido de sus componentes, sin dejar por ello, los demás, de tocar sus instrumentos, con lo cual resulta a veces un concierto de divertidas disonancias al embestir y perseguirles el animal.

En la actualidad se suele dotar a estos espectáculos con una parte seria, convirtiéndose de esta manera en mixtos, ya que suelen actuar uno o dos novilleros sin picadores, vestidos con trajes de luces y dando muerte a los erales.

Es verdad, en mi modesta opinión, que se deberían de dar espectáculos de este tipo, que se van perdiendo por falta de presupuestos (sobre todo en nuestra plaza de Madrid, pues observo, cuando veo los carteles de otras ferias de provincia, que los mencionados espectáculos están incluidos) y son una forma más de aficionar al mundo de los toros a esos personajes bajitos que revolotean por casa y que son el futuro de nuestra fiesta.

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