lunes, 10 de septiembre de 2012

Toreo de Capa (IV)

TOREO DE CAPA
MANERAS DE EJECUTARLO
Pedro Valle

La Orticina
José Ortiz, torero mejicano que disfrutó en su patria de máximo cartel en la temporada 1927 – 1928, introdujo varias innovaciones en el toreo de capa, una de las cuales fue la que lleva su nombre, derivada de la chicuelina y la gaonera. Consiste esta suerte en citar al toro de frente y con el capote a la espalda, haciéndole sobresalir extendido, por su lado derecho, y al acudir al engaño el animal, un primer tiempo del lance, parecerá una verónica, para en el mismo momento de pasar la cabeza del toro, sacar la capa por encima del mismo, girando el matador en sentido contrario, hasta dar la vuelta completa, y situarse de nuevo frente al toro en posición primera, cuando éste, al revolverse, vuelva a acometerle. El remate de esta suerte suele ser un lance al costado, para lo cual, en lugar de girar el diestro sobre sí mismo y sacar el capote por encima de la cabeza del toro, recoge la capa sobre su costado  al término del primer tiempo de la orticina     





El Farol


En la tauromaquia de Guerrita se describe así: “Se ejecuta en su primera parte como la de la verónica; pero en el momento de sacar el capote de la cara del toro se hace un movimiento como si se fuera a colocar sobre los hombros, dando con él una vuelta alrededor de la cabeza del diestro y volviendo a su primitiva posición si ha de repetirlo, o dejándolo sobre los hombros si quiere terminar la suerte galleando”.
Según Jose Maria de Cossío, fue su inventor Manuel Domínguez, fundando este aserto en la reseña de la corrida celebrada en Madrid, el 13 de mayo de 1855, publicada en “El Enano”, en la que se dice que tal diestro “toreó a un toro de manera admirable y practicando la suerte de su invención por el llamada del farol, que le valió estrepitosos aplausos”.

Por cierto, que de este espada, que sufrió numerosos percances, relata “Don Ventura” el que le dejó tuerto ocurrido en la plaza del Puerto de Santa Maria, el 1 de junio de 1857, al entrar a matar a un toro de la ganadería de Joaquín Pérez de la Concha y Sierra, de nombre “Barrabas”, que le enganchó por el brazo derecho, y al derrotar con el pitón, le hirió en la mandíbula y  ojo derecho, vaciándoselo por completo. Y allí dio Don Manuel una prueba irrecusable de su admirable entereza, pues tal fue su valor, que después de la cogida permaneció en pie algunos minutos contemplando en un pañuelo su globo ocular, que él mismo había recogido del suelo. Y como tal hombría, merece la cita que consignada queda.

Hoy, que ya no se gallea, se ejecuta el farol tal como ha quedado descrito, si bien el torero, al dar la vuelta a la capa alrededor de su cabeza, gira simultáneamente su cuerpo en rotación completa sobre sí mismo y en sentido contrario al de la capa.

El remate de una serie de faroles puede consistir en una serpentina.
 




















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