sábado, 31 de diciembre de 2011

Personajes de la Plaza (Carpinteros)

PERSONAJES DE LA PLAZA

Pedro Valle

Hoy hablaremos del equipo de personas que se pasan el dia de festejo entre los corrales y el callejón y su labor en la Plaza de Las Ventas
Los carpinteros

El equipo de carpinteros de la plaza esta formada por un colectivo que se encarga de varias funciones antes, durante y despues del festejo.
Días antes de celebrarse la corrida ya empiezan su faena con el desembarco de los toros que tendrán que lidiarse en el festejo y por la mañana del mismo día de la corrida, acuden a los corrales para hacer el enchiqueramiento de las reses. Una vez concluido este y echo el sorteo del orden de lídia, una vez que los espectadores han abandonado las instalaciones, se quedan para poder enchiquerar los dos sobreros que serán utilizados en caso de ser necesarios.
A la hora del festejo, unos se encargan de abrir las puertas de corrales y otros estan distribuidos de dos en dos por el ruedo en las puertas de toriles, arrastre, tendido nueve, Puerta de Madrid, Tendido 6 y puerta de cuadrillas por si su función fuese necesaria en caso de saltar algun animal al callejón.
Los de la puerta de cuadrillas abren a la orden de los alguacilillos dicha puerta para dar comienzo el paseillo y cuando el presidente cambia de tercio para que salgan los caballos de picar.
Los de la puerta de arrstre, abren dicha puerta para que tengan acceso al ruedo las mulillas, una vez el toro halla sido estoqueado.
Los de la puerta de Madrid, la abren para que salga el caballo de picar de turno así como cuando un torero ha de salir por la puerta grande.
Los de las puertas del tendido 6 y 9, solo habren dichas puertas en caso de necesidad urgente, como suele ser el salto de un toro al callejón o para retirar a algun torero herido en su camino a la enfermería.
Una vez finalizado el festejo dan por terminada su jornada, a no ser que, como suele pasar en las ferias largas como la de San Isidro, tengan que volver a los corrales para desembarcar alguna corrida que llegue en esos momentos para días posteriores.


viernes, 30 de diciembre de 2011

Personajes de la Plaza (Los Mulilleros)

PERSONAJES DE LA PLAZA

Pedro Valle


Camisa blanca con cuello y puños rojos, pantalón azul con rayas rojas, faja de color rojo y gorrilla azul, así, a grandes rasgos es la indumentaria, de los que saliendo tras los areneros, y acompañados por las llamadas mulillas, cierran el desfile de personajes que hacen el paseíllo en la plaza de toros de Madrid.

Los mulilleros

Tienen su burladero bajo el tendido 2, y a la derecha de la puerta de arrastre que lleva directamente al desolladero.
 Las mulillas suelen ser tres, y van siempre adornadas con cascabeles, cintas y banderas de la Comunidad de Madrid y Nacional. Van unidas entre si, soliendo dejar  a la más fuerte en el centro. A la parte posterior llevan una barra de hierro, en la que en el centro esta colocada una especie de anilla soldada a la barra, en la que el arenero, que hace las funciones de hondero, engancha la hondilla que sujeta al toro, y que será arrastrado por el tiro de mulillas hasta el desolladero.
Los mulilleros no solo tienen que llevarse al toro que ha sido muerto a estoque en la plaza, puesto que todo toro que ha sido devuelto a los corrales, y que es sacrificado a puntilla también es función de estos personajes el llevarle de los corrales al desolladero.
Una vez muerto el toro en la plaza, las mulillas salen acompañadas por dos mulilleros en la parte delantera de estas, uno a cada lado, que van tirando de ellas hasta colocarlas a la altura de la cara del toro, mientras que otro mulillero, en la parte posterior de las mulas, va sujetando el tubo donde será enganchado el animal, y otros dos más se encargan de colocar el toro yacente en posición favorable para su enganche. Una vez enganchado el animal, salen al galope hacia el desolladero, donde desengancharan el toro y esperaran a que el próximo animal muera en el ruedo para volver a hacer su trabajo, que concluirá cuando muera el ultimo toro del festejo.










jueves, 29 de diciembre de 2011

Personajes de La Plaza (Los Areneros)

PERSONAJES DE LA PLAZA

Pedro Valle


Con gestos toreros como tocando las tablas de la puerta de cuadrillas, o levantando la mano derecha saludando a sus compañeros una vez colocados en posición de comenzar el paseíllo, para desearles suerte, empiezan, tras los monosabios y por delante de los mulilleros, su andadura por el ruedo, con su blusa verde, pantalón azul marino con rallas y faja rojas, gorrilla del mismo tono que el pantalón y zapatillas de torero (mal llamadas manoletinas)  los personajes de los que hoy hablaremos:

Los areneros

Según el diccionario la palabra arenero significa  “mozo que mantiene en buenas condiciones la arena del redondel, durante la lidia.”

La cuadrilla de areneros de Madrid se compone de once areneros de los que uno de ellos hace la función de hondero. Tienen su burladero en el callejón, entre los tendidos 6 y 7, y se encuentran siempre prestos a atender y si es necesario portar entre sus manos a los toreros que han de ser conducidos a la enfermería por percance, casos en los que más de una vez, y sin que sea exageración, han salvado la vida a más de un torero por su pronta intervención.

La verdad sea dicha,  deberían de estar más repartidos por el ruedo, pero por orden de algunos delegados gubernativos, se ven obligados a permanecer en el burladero antes citado.

A la muerte del toro, se encargan de preparar el ruedo, alisándolo con sus rastrillos, y recoger las heces que el ganado halla dejado, de forma que se encuentre en perfectas condiciones para la lidia del siguiente toro.

No quisiera terminar sin recordar las palabras que Don Rafael Campos de España dedico a los areneros de la Plaza de Toros de Las Ventas en la noche que estos le dedicaron un merecido homenaje.

El hondero tiene una función diferenciada de sus compañeros, ya que esta consta en poner la hondilla  (maroma gruesa en el que uno de sus extremos tiene un lazo por donde se pasa el otro extremo que esta terminado en un gancho de hierro)  alrededor de los cuernos del toro de forma tal que cuando lleguen las mulillas el toro se encuentre preparado para ser arrastrado por estas.

No quisiera terminar sin recordar las palabras que Don Rafael Campos de España dedico a los areneros de la Plaza de Toros de Las Ventas en la noche que estos le dedicaron un merecido homenaje.

“La arena del ruedo, es la mujer a la que los areneros de la Plaza de Toros de Las Ventas, peinan mientras le quitan la sangre del gran fertilizador que es el toro bravo”

Rafael  Campos  de  España
 5 de Mayo de 2000

 

Calendario 2012 en Las Ventas


Este es el calendario provisional para los festejos en
Las Ventas 2012



miércoles, 28 de diciembre de 2011

Personajes de la Plaza (Los Monosabios)

PERSONAJES DE LA PLAZA

Pedro Valle


Empezamos esta serie de artículos sobre los personajes de la Plaza de Toros de Madrid con Los Alguacilillos, después subimos al palco para hablar del Presidente. Hoy volveremos a bajar al ruedo para hablar de los que con una sola vara en la mano, y arriesgando en muchas ocasiones su propio físico, ayudan a los picadores  y caballos de picar en su función:

Los monosabios

Al principio de las celebraciones de las corridas de toros, los hoy llamados monosabios, salían vestidos de paisano, hasta que allá por los años treinta del siglo XIX (1830), un empresario madrileño decidió ponerles el uniforme que hoy en dia conocemos y que consta de una amplia blusa roja, pantalón azul, y gorrilla del mismo tono que la camisa.
El origen de la palabra monosabio tiene su razón de ser, y como otras muchas de nuestro idioma, vino por hacerla popular la gente llana que acudía a los toros, ya que hacia el año 1847, fueron exhibidos en un teatro de Madrid una cuadrilla de monos a los que su dueño o domador llamó sabios por las habilidades y gracias que hacían, y a los que vestía con pantalón azul y camisa roja.

El pueblo llano comenzó a llamar a los que acompañaban y ayudaban a los picadores, y que vestían con el mismo uniforme que los monos del teatro, con el mismo nombre que el domador de monos llamaba a estos, es decir monos sabios, palabras que con el tiempo y uso han formado una sola: monosabio.

Una vez hecho este pequeño inciso sobre el origen de la palabra monosabio, vamos ya a meternos de lleno en las funciones que desarrollan en un festejo taurino y que son aparte de tener el orgullo de hacer el paseíllo tras los caballos de picar las siguientes:
Con bastante tiempo antes del comienzo del festejo, los monosabios tienen que calentar, deportivamente hablando, a los caballos que saldrán al ruedo, vestirles con los pesados petos que estos llevan, y en definitiva, tenerlos preparados para cuando llegue el momento de picar al toro. También tienen a su cargo la tarea de ayudar a montar a los picadores, fustigar a los caballos remisos para aproximarlos al toro, tirar de sus riendas, y sobre todo y más importante, asistir en trance de apuro a los picadores y caballos caídos como consecuencia de los encontronazos con el toro.

Debido a su proximidad al toro, en ocasiones  pasan verdaderos apuros, por salvar o hacer un quite a un torero que es cogido.

Otra de las funciones, que por suerte ya está en desuso por el uso de los petos, era la de rematar en la arena a los caballos que resultaran malheridos o muertos, siempre y cuando lo estimasen necesario.

Espero que con estas palabras sobre los monosabios, la gente que acude a un festejo taurino sepa apreciar la verdadera función, nunca exenta de peligro, que realizan estos personajes en nuestra plaza.







Personajes de la Plaza (El Presidente)

PERSONAJES DE LA PLAZA

                                                                                                                                                               Pedro Valle


Continuando con el tema de los personajes de la plaza de toros de Madrid, hoy nos detendremos en el que desde su palco dirige el acontecimiento taurino dando las ordenes oportunas con una serie de pañuelos de diferentes colores, y que se encuentra acompañado por un veterinario a su derecha y un asesor a su izquierda:

El Presidente

En 1770, durante el reinando de Carlos III, el Consejo de Castilla instituyó la figura del presidente de la corrida, desempeñada entonces por los corregidores, los cuales se encargaban de sancionar las irregularidades que durante el festejo se cometiesen. Prueba de la autoridad de estos es que, al final del festejo, emitía sentencia inmediata sobre las infracciones cometidas y, auxiliado por el verdugo, procedía allí mismo al cumplimiento de las penas dictadas.

Hoy en día el presidente de un espectáculo taurino, es el encargado de dirigir y garantizar su perfecto desarrollo. Sus funciones comienzan bastante antes de dar comienzo el paseíllo, ya que asisten al reconocimiento, sorteo y selección de las reses, y tienen que dirimir las diferencias e incidentes entre la empresa, ganaderos, veterinarios, toreros, y cuantos participen en el espectáculo.

En la plaza de Madrid, y por imperativo legal, ejercen la función de presidentes los gobernadores civiles, que suelen delegar esta función a cuerpos o escalas de la policía, por lo que el presidente suele ser un comisario.

Aunque se "¿supone? "que tienen los suficientes conocimientos para el desempeño de su función,  están asistidos por un asesor taurino a su izquierda, que suele ser un profesional taurino retirado, y por un veterinario a su derecha. El presidente está a la vez auxiliado por un delegado gubernativo que se encuentra en el callejón de la plaza, y transmite y exige el cumplimiento de las decisiones del palco presidencial. El presidente y el delegado, se encuentran comunicados por un teléfono interno desde el que se transmiten las ordenes.

El palco presidencial de la plaza de toros de Madrid se encuentra a la altura de las denominadas gradas,  e inmediatamente a la izquierda del palco real. Consta de unos 30 asientos para invitados. El presidente de la corrida se sienta en una silla con reposabrazos, en la parte delantera y tiene delante de él tanto el teléfono con el que se comunica con el delegado del callejón, como los pañuelos a utilizar durante la lidia de cada res. El presidente es el primero en pasary el primero en retirarse del palco cuando acaba el festejo, y es obligatorio a toda persona que asista a este lugar ir debidamente vestido y con corbata, así como permanecer en silencio y no aplaudir ni protestar nada de lo que ocurra en el ruedo.

Los pañuelos con los que cuenta el presidente para dirigir la lidia tienen un significado distinto dependiendo del color que tengan y que son:

BLANCO:  Comienzo, salida de toros, cambios de tercio, avisos y entrega de trofeos.

VERDE: Devolución de los toros a los corrales.

ROJO: Banderillas negras.

AZUL: Vuelta al ruedo al toro.

NARANJA:  Indulto del toro.






martes, 27 de diciembre de 2011

Personajes de la Plaza (Alguacilillos)

PERSONAJES DE LA PLAZA
Pedro Valle


En los próximos artículos intentaré definir de manera más fácil, los personajes que componen el personal de una Plaza de Toros, que aunque pueda parecer que en algunos casos no tengan importancia, son fundamentales para el buen desarrollo de un espectáculo taurino. No los pondré por orden de importancia, porque todos tienen la suya, algunos más y otros menos, pero todos la tienen. 

Los Alguacilillos

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el alguacilillo es un jinete vestido de alguacil del siglo XVII, que en las plazas de toros sale al frente de las cuadrillas y recibe del presidente la llave del toril para iniciar la corrida.

Pero los alguacilillos son mucho más que esta excueta explicación.

El alguacilillo nace como un agente dependiente de la autoridad y con una seria de trabajos a realizar durante el espectáculo muy concretos y fundamentales.

Su primera función es el despeje de plaza, cosa que hoy en día está en deshuso, ya que a la hora del comienzo del espectáculo, el ruedo está totalmente vacío de gente.

A la hora en punto anunciada en los carteles, y tras sacar el presidente el pañuelo blanco anunciando el comienzo del festejo, los alguacilillos, saliendo por la Puerta de Madrid, (estamos siempre hablando de los personajes de la Plaza de Toros de Las Ventas), se acercan al paso hasta donde se encuentra el palco presidencial y una vez saludado el presidente pidiendo permiso para continuar, se dirigen, (bordeando uno por la izquierda y el otro por la derecha, siempre que sea corrida de toros, o marcando una W en el ruedo en el caso de que sea un festejo menor (Novilladas, Festivales...)) a la puerta de cuadrillas, dando la orden para que sea abierta e invitando a los toreros y sus cuadrillas, asi como a monosabios, mulilleros y areneros, a comenzar el desfile del paseillo.

Se ponen a la cabeza de dicho paseillo, abriendo paso a los participantes hasta donde se encuentra el presidente. A continuación, y tras recibir uno de ellos de forma simbólica la llave de los toriles, se la acerca al chulo de toriles, el cual, montera en mano la recibe, mientras el otro alguacilillo le espera en la parte opuesta de la plaza, para una vez reunidos los dos en el centro del ruedo, se dirijan de nuevo a saludar al presidente y salir al galope de la arena. La razón de esta salida al galope final hay que buscarla en que antiguamente, el alguacilillo permanecía en el ruedo hasta la salida del toro.

Tienen los alguacilillos funciones muy concretas durante la lidia, como son transmitir las ordenes de la presidencia a los toreros o viceversa, entregar los trofeos conseguidos por el matador y sobre todo guaradr y hacer guardar el reglamento taurino tanto a matadores como a subalternos y demás personajes que actuen en la corrida.

Otra carazterística, quizás la más llamativa de estos personajes, es su vestimenta, ya que ha cambiado muy poco desde los tiempos de Felipe IV.

Su traje consiste en un bicornio negro, adornado con un plumaje abundante de color rojo y gualda, capa negra con esclavina hasta la cintura, camisa blanca y pantalones de montar de color negro, asi como botas de la misma tonalidad y espuelas.

Este tono en el color de su indumentaria contrasta con toda la parafernalia de trajes de colores de actuantes en la plaza, dandoles la seriedad aparente que su cargo requiere.


Una vez comenzado el espectáculo, y siempre atentos a lo que en el ruedo pasa, nunca se desprenden de la fusta con la que llaman la atención a quien corresponda, haciendo golpear ésta contra las tablas de la barrera para ser escuchados.
de

El toro bravo (VIII)

                     CONOCER AL TORO POR SUS CUERNOS

Pedro valle

Al  igual que hablamos de las capas de los toros como una manera para diferenciarlos, en esta ocasión  hablaremos de otro de los términos taurinos más extendidos para saber como es la cabeza de un toro escuchando únicamente el nombre que se le da por la forma de sus cuernos.




·         Astiblanco.- cuernos blancos que sólo la punta tiene oscura.      
           Astifino.- El que tiene las astas finas, verdosas y lucientes.
·         Astigordo.- Con las defensas muy gordas.
·         Astillado.- Con las astas rotas por la parte del pitón formando astillas o hebras.
·         Bien puesto.- Con los pitones bien colocados y desarrollados.
·         Bizco.- Con un cuerno más alto que el otro.
·         Brocho . - Cuando las astas están un poco caídas pero abiertas.
·         Capacho.- Astas también abiertas, pero en esta ocasión muy caídas.
·         Cornalón.- Con las astas excesivamente desarrolladas.
·         Corniabierto.- De cuna ancha y astas muy abiertas, habiendo gran distancia de un  pitón a otro.
·         Corniapretado.- Lo contrario de lo anterior, es decir, con los pitones demasiado juntos.
·         Corniavacado.- Con el nacimiento de los cuernos muy trasero y la inclinación de las astas más bien abiertas y veletas.
·         Cornicorto.- Astas pequeñas pero completas, sin que estén despuntadas ni rotas.
·         Cornidelantero.- Cuando el arranque de los cuernos es en la parte delantera de la testuz.
·         Cornigacho.- Toro con la inserción de las astas bajas y tendencia a bajar en su desarrollo.
·         Cornipaso.- El toro cuyas puntas se dirigen hacia los lados rectamente después de la vuelta.
·         Corniveleto o veleto.- El que tiene las astas altas y derechas con la vuelta muy atenuada.
·         Cornivuelto.- El que tiene vueltas hacia atrás las puntas de las astas.
·         Cubeto.- Con los cuernos muy caídos y casi juntos los pitones.
·         Despitonado.- el que, aunque tiene rotos los pitones, conserva punta en ellos.
·         Escobillado.- Cuando el toro a corneado sobre algo duro y ha formado una especie de escoba en la punta.
·         Hormigón.- Con las astas en punta pero sin llegar a lo que se llama mogón. Suelen ser por enfermedad.
·         Mogón.- el que tiene roma la punta del asta por habérsela roto.
·         Playero.- Corniabierto con exceso, y tiene las astas muy separadas entre sí.
   
Reportaje de la revista mes de abril de 2000

El toro bravo (VII)

            C U R I O S I D A D E S  (II)


Pedro Valle

 

Continuando con las curiosidades dentro del mundo de los toros, y que son muy poco conocidas, hoy continuaremos hablando de las luchas inéditas de los toros dentro de los cosos taurinos, sin que en esta lucha tomase parte el hombre, como tradicionalmente conocemos.


Regatero, se enfrento en la plaza de Madrid el 28 de noviembre de 1897, en la que se instalo  una jaula de hierro de 45 metros de circunferencia y cinco de altura, a un tigre real de Bengala. Regatero, berrendo en negro, tenía poca presencia, estaba mal armado y falto de poder. Soltaron al tigre, y éste, encontrando al toro vuelto de espaldas, se abalanzó sobre él, haciendo presa con las garras bajo el brazuelo derecho y con la boca en el morrillo. Se sacudió el toro al agresor, acometiéndole y volteándole a gran altura tres veces seguidas. De nuevo hizo presa el tigre en la papada del toro, pero este volvió a recogerle, volteándole dos veces más y llevándole empitonado, finalmente, hasta estrellarse contra la verja, al pie de la cual quedó como muerto. Tres minutos estuvo contemplando Regatero a su víctima; pero excitada ésta con unos palos, al verla moverse, arremetió de nuevo contra ella, haciendo presa el tigre por el hocico. De nuevo le corneó el toro, siendo retirado el tigre en medio de un gran entusiasmo por parte del público.

A continuación, siguiendo el relato de Cossío, dejamos constancia del ultimo de estos espectáculos, que tuvo, además, un final luctuoso. Era el día 24 de julio de 1904, y en San Sebastián fue enfrentado el toro Hurón, de la ganadería de López Plata, y un tigre. La lucha fue sosa y aburrida, pues si bien el toro arremetía a su contrario, éste se acobardó sin ganas de pelea. En una de las arremetidas del toro, al estrellarse el tigre contra los hierros de la jaula, éstos se torcieron, siendo arreglados a martillazos por los empleados de la plaza. El Presidente, con buen criterio, intentó suspender la lucha, pero protestó el público, que quería ver muerto al tigre, y en vista de ello, volvió a ser hostigada esta fiera, pinchándola y quemando infinidad de cohetes. Al fin embistió furiosamente el toro contra su contrario, y chocando contra la pared de la jaula, cedió esta y salieron al ruedo las dos fieras, produciéndose un pánico horrible entre el público. Sin saber de quien partió la orden comenzaron los migueletes a disparar sus fusiles, y muchos espectadores sus pistolas. Por rebotar las balas o por la poca pericia de los tiradores, resultaron heridas muchas personas, falleciendo una y curándose  hasta 17 más de heridas más o menos graves, sin contar las lesionadas a consecuencia de caídas y atropellos.           
                                                                   
                                                                                          
 Reportaje de la revista mes de marzo de 2000

El toro bravo (VI)

                                       C U R I O S I D A D E S (I)

Pedro Valle


Hoy hablaremos de toros celebres en la historia del toro bravo, pero no por sus buenas faenas, sino por sus hazañas al margen de la fiesta.

Comenzaremos por un toro de la ganadería de D. Manuel Suárez Jiménez, de Coria del Río (Sevilla), colorado y un poco levantado de cuerna, de nombre “Caramelo”.

Se presento por primera vez en Madrid el 15 de agosto  de 1848, para luchar con un león y con un tigre. Para ello se colocó una jaula de hierro en el centro de la plaza, con un callejón entre ella y los chiqueros, para que “Caramelo” pasara de estos a aquella sin tropiezo alguno. Cuando se abrieron las puertas del chiquero y de la jaula y entró en esta “Caramelo” se produjo en el público un movimiento grande de ansiedad. El león esperaba agazapado. “Caramelo” se lanzó sobre él con ímpetu arrollador, le lanzó a los aires y al caer le corneó furiosamente, dejándole fuera de combate, sin que el rey de la selva se defendiera. El público se sintió defraudado en su interés, puesto que no hubo lucha. Seguidamente se soltó al tigre, y “Caramelo” lo embistió con verdadera fiereza, dejándole también maltrecho y herido. “Caramelo”, jadeante, fijaba su vista en los dos enemigos tendidos en la arena, luciendo su lustrosa piel y hermosa estampa avalada por la aureola del triunfo. Una ovación delirante estalló en honor de “Caramelo”.

En este espectáculo tan original se dio un caso de valor extraordinario. “Caramelo”, como toro bravo, no abandonaba a sus enemigos, no había manera de sacarle de la jaula. Ángel López (Regatero) entró en ella y lo consiguió toreándole con un capote. La ovación a Regatero, fue estruendosa. Cuando aún duraban los comentarios, a los pocos días, el 9 de septiembre, se anuncio la lidia de “Caramelo”, como poderoso aliciente para llenar la plaza, y en efecto, se llenó. Al reaparecer el celebre animal, estalló una enorme ovación. Tomó aquella tarde doce varas y mató a tres caballos. Al pasar al segundo tercio, por petición unánime del público, la Presidencia le perdonó la vida y ordenó la vuelta a los corrales. Nuevamente se le anunció el 11 de noviembre del mismo año, en una corrida en la que alternaban Julián Casas (El Salamantino) y Cayetano Sanz. Salió “Caramelo de los chiqueros con una guirnalda de flores en el cuello, y después de ser lanceado de capa por los diestros citados se le concedió el derecho a la vida y fue conducido nuevamente al corral en medio de una ovación.

Por fin llegó su última hora a “Caramelo”; fue en Bilbao al siguiente año. Ángel López (Regatero), el de la heroica hazaña del día de la famosa lucha, le mató pronto y bien, según las crónicas.

“Caramelo” alcanzó entonces, y le duro mucho tiempo, la máxima popularidad, realmente merecida por su historial.

Reportaje de la revista mes de febrero de 2000

El Toro bravo (V)

EL TORO DE HOY
BRAVO O COBARDE  -  INTELIGENTE O TONTO

                                                                                                                                                                                    Pedro Valle


Los animales carnívoros, guiados por su instinto de conservación, buscan la presa viva que les alimente, dispuestos siempre a atacarla y matarla; están dotados de acometividad permanente y siempre prontos a la lucha. Sus facultades mentales se adiestran de esta forma, sagaces, astutos y maestros en el acecho o en la caza por sorpresa.

Los rumiantes, y entre ellos los toros, por el contrario, de alimentación herbívora, no necesitan atacar a nadie, y como ello seria absurdo y en la naturaleza no existen fenómenos de esta clase, el toro no ataca a ninguna clase de animales, ni al hombre. Lo único que hace el animal herbívoro es defenderse del carnívoro, y como quiera que el toro constituye una presa codiciada dada su calidad y volumen, si estas facultades defensivas no fueran también grandes, carecerían de condiciones de vida y desaparecerían. Por ello todos los bovinos tienen potentísimas reacciones defensivas y son recelosos y asustadizos.

“En el cuadro de zoología - según Sanz Egaña - el toro aparece como animal cobarde, animal mal dispuesto para la lucha , su defensa es huir, siempre y cuando el medio se lo permita; acosado, se presta al combate utilizando las únicas armas con que dispone, y recurriendo a un mecanismo  muscular fijo: el derrote.

En resumen, el toro acomete a los objetos o seres movibles por miedo; el toro ante un móvil, repara, se espanta...; en ocasiones, el miedo es superlativo, y se desmanda huyendo sin dirección, el toro acomete a la muleta roja porque le molesta a la vista, le fatiga la retina, le ocasiona dolor, y quiere librarse del sufrimiento”.

Cossío, que recoge en su obra las notas anteriores, termina indicando acerca de este particular que la vida psíquica del toro es bastante elemental, como consecuencia del escaso desarrollo del sistema nervioso mental, de la vida tan poco intensiva y variada, y de los instintos que obran en su vida tan monótona que no necesita apenas de los actos inteligentes ni aun para buscar el alimento con que siempre cuenta abundantemente. La vida paradisiaca es cada vez mayor en las ganaderías, y la selección de sus cualidades, menos ásperas y duras, va convirtiendo al toro en ese toro tonto y comercial que hace posibles los alardes y gallardías de la lidia actual, pero que a la larga, restándole interés y patetismo, pone en riesgo de desvirtuación la fiesta y aun de hacerla desaparecer, al menos como espectáculo que responde a una tradición de lucha y riesgo preponderantes.


Por nuestra parte, dejando para los especialistas el cuidado de sutilizar sobre las ultimas consecuencias que cabe extraer de la autonomía y vida afectiva del toro de lidia, y admitiendo que, efectivamente, con la cría racional y selectiva, se ha llegado al toro actual que por  vía científica solo puede ser tenido como cobarde y tonto, no podemos por menos señalar lo paradójico que resulta sentar estas afirmaciones categóricas, cuando cualesquiera que sean las raíces de su instinto y temperamento, el toro en la plaza se comporta, la mayoría de las veces, con bravura y fiereza, inspirando siempre temor y respeto, y si en alguna ocasión ha llegado al ruedo siendo ya toreado, inmediatamente se ha puesto ello de manifiesto, al desdeñar el juego de la capa y la muleta, y cambiarlo por la persecución certera del hombre, con lo que en definitiva ha demostrado no ser tan tonto.







Reportaje de la revista enero de 2000